EL PERFUME

 

 

 

El perfume. Los dos reinos.

 

Había en un lugar más común de lo que se piensa un hermoso reino en cuyos dominios florecían toda diversidad de plantas. Las flores aparecían en su tiempo indicado, y los pastos crecían con toda naturalidad, pudiendo los animales tomarlos sin restricción alguna. Sus habitantes sin llegar a ser dioses, se les podía considerar muy afortunados.

Eran casi todos de aspecto femenino. Graciosos en sus modales y ciertamente bellos e ingenuos. Muy cerca, existía también otro reino que prácticamente era idéntico al ya descrito y sus habitantes eran del aspecto masculino, caracterizándose por ser aparentemente un poco mas duros que los anteriores. Como estos dos lugares, existían aunque muy separados, infinitos reinos, y todos estos castillos estaban rodeados por unos pequeños pero muy numerosos pobladores de aspecto más oscuro que no gustaban de la inocencia y el encanto.

Había también, aunque en mucha menor cantidad, unos reductos en los que residían seres que no moraban en los reinos, pues su constitución poseía mucha luz, y ello les obligaba a vivir en lugares especiales. A veces viajaban a determinadas poblaciones para ayudar en su evolución.

 

 

El perfume. Las enviadas de Alia.

Alia, el reino femenino, a pesar de ser un reino independiente necesitaba como complemento a su polo opuesto, y un buen día envió una delegación de hermosas doncellas al reino del polo masculino.

Contentas entonaban canciones y dulces melodías, ignorantes de que existían muchos peligros fuera de los contornos donde acostumbraban a estar, y lo que no sabían- pues lo habían olvidado- era que si caminaban todas juntas sin dispersarse, cualquier peligro externo estaba conminado.

El grupito de mujercitas llegó a Crano, donde nada más entrar fueron amablemente agasajadas, y el rey de este reino organizó una memorable fiesta, intuyendo que una de esas doncellas era la reina disfrazada; y hacia ella, cuyo porte resaltaba, iban dirigidas la mayoría de las atenciones.

Habiendo pasado veladas estupendas, las jóvenes comunicaron al rey que debían volver para dar detallada información de todo lo ocurrido.

El perfume. El rey de Crano intuye que una de ellas es la reina.

No permitió que regresasen solas, y su majestad el rey ordenó que varios soldados apuestos y fornidos constituyesen una escolta.

De esta manera, comenzaron unas relaciones muy bellas entre Alia y Crano. Ambos reinos se deshacían en muestras de amabilidad y cortesía de unos para con los otros, y todos se peleaban amistosamente para ofrecer el mejor regalo.

Tras varios años, y habiendo puesto a prueba la lealtad de ambos reinos, sus respectivos reyes animaron a sus súbditos para ir a desposarse. Muchas alianas fueron a vivir a Crano, y gran cantidad de cranenses tomaron su morada en el reino de Alia.

Hermosos y dorados años de amor fueron el símbolo que representaba la unión de ambos reinos, y el camino que unía las dos fortalezas estaba continuamente transitado, por lo que aunque algunas parejas o individuos caminaban solos, al haber alguien siempre cerca, los oscuros y olvidados seres no podían ejercer su dominio.

Cómo ocurrió la primera disputa de una alíana y un cranense, es tal vez lo menos importante en esta leyenda; pero lo que sí es de destacar, es que fue el principio de algo peor.

Una doncella aliana que residía en Crano llegó llorando a los pies de su reina, quien la consoló y no dio mayor importancia al incidente. Pero ante las reiteradas quejas de esta doncella y de otras más determinó que de momento, hasta confirmar las buenas intenciones de los cranenses, no saldría ninguna doncella más que ya no tuviese esposo en Crano. Así pues el camino permaneció muy desolado.

El rey no pudo contener la ira y ordenó lo mismo; hasta tal punto, que prácticamente no transitaba nadie.

El primer cranense enemistado necesitaba a la aliana, recapacitó y comprendió que él había faltado en mayor medida. Después de pedir permiso a su rey, fue a Alia decidido a zanjar el asunto y hacer las paces.

El Perfume. Aparece un bello jarrón con perfume.

 

Fue recibido un tanto reticentemente, pero al fin los dos enamorados decidieron regresar a Crano aprovechando la luna llena. Un oscuro ser dejó un bello jarrón en el camino. Contenía un líquido muy aromático. Ambos amantes cegados por su misma ingenuidad e inocencia, no vieron nada malo en cogerlo; muy al contrario, desprendía un intenso y atractivo aroma

La aliana gustaba de rociarse un poquito en la nuca, y comprobó que cuando se sentía decaída, aquel líquido la revitalizaba; y poco a poco fue un pequeño vicio, el untarse con unas gotitas. De hecho había comenzado a ser una adicción.

Creía la doncella que había sido la única en encontrar un recipiente tan valioso, pero no era así, sino que incluso la misma reina que paseaba en una noche de luna llena, también encontró uno en la calzada, y si bien no lo cogió creyendo que sería de alguno de sus súbditos, se vertió unas gotas en el cuello, lo que prácticamente fue máss que suficiente.

A la noche siguiente salió de nuevo a ver sin tenía la suerte de que el recipiente todavía se encontrase en el mismo lugar, pero no había nada. No se olvidó del aroma de aquel perfume, y envió a su dama de compañía a indagar acerca del mencionado líquido.

Deseaba saber dónde conseguirlo, y tras varios días de idas y venidas de un lugar a otro, encontró en su camino un ser muy raro y de aspecto atractivo que se lo ofreció, con la condición de ser el mismo quien se lo llevase a la reina.

El Perfume. El oscuro ser quiere llevar el perfume a la reina.

La dama de compañía no lo dudó y le condujo hasta la misma Alia. Aquel ser raramente encantador se presentó como fabricante del perfume y ofreció a la reina el recipiente, quien le invitó a quedar dos o tres días para explicarle la historia del perfume y su utilización.

Era la gran oportunidad del ser oscuro, quien se preocupó muy mucho de enseñar cada una de las aplicaciones del mismo, que estaba especialmente indicado para el mal de amores.Todavía antes de marcharse le regaló a la soberana dos recipientes más, indicándole que si precisaba de más cantidad, la podría encontrar en el camino entre las dos ciudades.

La reina aliana era asiduamente visitada por el rey cranense y estaban muy enamorados. Había sido una gran suerte el que los máximos representantes de ambos reinos hubiesen coincidido tan perfectamente.

Aquel día la aliana le recibió con el aromático perfume, y pasaron una velada inolvidable.

¿Dónde está la línea que divide el mal del bien? ¿Acaso existe? o ¿Tal vez el principio del bien encierra ya el principio del mal? ¿Acaso la maldad lleva incorporada la semilla del bien?

Quizás somos los humanos los que decidimos el límite, pero esta frontera puede estar un poco más allá o un poco más aquí en el camino de la existencia, y es realmente difícil discernirlo a tiempo, y más cuando atañe al placer, a esa sensación que hace vibrar cada uno de los poros de nuestra piel, que como ondas de vapor nos atraviesa, que como una lluvia de estrellas penetra en el cielo nocturno y se incrusta en cada hilo de energía de nuestra constitución.

El Perfume. La reina Alia delante del espejo.

Cuando la reina se sentía uno poquito deprimida utilizaba el perfume, y le aliviaba. Si durante el día había tenido que decidir muchas cosas en su ejercicio de reina, y sentía los nervios demasiado a flor de piel se vertía unas gotas en la frente. Parecía que todo marchaba sobre ruedas, que la Reina y todas aquellas alíanas, y todos aquellos cranenses que utilizaban el perfume estaban más alegres que nunca. Pasaron los meses, y quien agotaba un frasco no tenía el más mínimo problema en agenciarse uno nuevo. Las relaciones entre unos y otros tenían sus altibajos pero eran superables con la buena voluntad de ambas partes. Una sequía terrible asoló aquellos territorios, y el hambre y la escasez de alimentos hizo aparición en las dos ciudades-reino. La reina como de costumbre no olvidaba verterse unas gotitas, que tenían la facultad de hacerla insensible a aquella calamidad.

Hay algo de lo que los seres humanos son depositarios, y que está por encima del bien y del mal, y es su capacidad de discernir estos dos polos, pero para ello tienen que haberlo sentido en sus propias carnes.

El perfume nublaba esa capacidad; además a ella no le faltaba nada, y un rey debe sentir lo que siente el pueblo si es que realmente quiere gobernar y cubrir las necesidades. Pues si no sabe cuales son, cómo las va a solucionar. Y Alia se había tornado totalmente insensible. Un "Ya veremos" era su aportación al problema. "Hay que dar tiempo al tiempo". "Ya lloverá". Progresivamente se desconectaba más y más de la realidad. Vino de "No se sabe donde", una dama recomendada por el suministrador de perfumes que ofreció sus servicios como masajista, y puesto que los problemas se agravaban y multiplicaban, la reina no puso el más mínimo inconveniente en que le diese los más largos y minuciosos masajes con aquel perfume. Aquello era el éxtasis total.

 

-¿Dónde está? preguntaban los súbditos.

-En los masajes - era la eterna respuesta.

 

La dama de compañía se lo advirtió, pero era más sencillo no hacer caso y continuar por la pendiente del olvido, y la reina recomendaba conseguir más perfume para el que no estuviese contento. Era una orden contradictoria, pues lo que necesitaban no era perfume, sino comida y tomar una decisión muy drástica.

Pero... ¿cómo podemos prever nuestra reacción cuando las cosas van de mal en peor? ¿Cómo vencer la inercia de dejarse llevar?

Ese primer y pequeño esfuerzo necesario para ir hacia arriba de nuevo sólo es posible cuando se ha tocado el fondo más oscuro y tenebroso. La caída nos hace mas débiles pero más sabios y por ende más fuertes.

 

No solamente ella, sino todos los ciudadanos de ambos reinos se encontraban divididos. Unos deseaban el perfume y olvidar hasta morir, y otros querían afrontar el problema del hambre de una manera positiva.

Respecto a aquellos que no se perfumaban, se sentían superiores. Lo que nunca llegaban a saber era que no es que fuesen mejores o con más voluntad que los viciosos de sus conciudadanos, sino sencillamente que sus cuerpos no eran afines al aroma. Eso era todo. No tenían tanta fuerza de voluntad como ellos se atribuían

¿Qué tenía aquel perfume que cuando alguien se acostumbraba a el era muy difícil dejar de utilizarlo?

Sólo lo sabían los seres oscuros, que progresivamente se infiltraban entre ambos pueblos, y se hacían los imprescindibles con sus perfumes y masajes, y lo que es más curioso, lo hacían muy gustosamente y sin cobrar nada a cambio.

¿Cómo podían saber los inocentes, y ya esclavos, que los oscuros se alimentaban del aura de los humanos? Para ellos simplemente el estar cerca y en contacto, y una vez debilitadas las defensas con esa dejadez propia de la situación, era suficiente para absorber la energía, esa constitución que todavía no está demostrada que exista, pero que es muy probable que así sea.

La red energética que unía a todos los hombres, se estaba debilitando, y ellos, seres que en su tiempo fueron, y ahora se habían visto superados por la evolución, necesitaban parasitar de los hombres.

Eran vampiros del odio y bajeza moral.

Eran parte del universo con el mismo derecho a la vida. Y hacían lo posible por favorecer las condiciones en que los humanos se desprendían de sus partículas energéticas. Y este era el fondo de la cuestión: que los humanos son seres muy ignorantes con respecto a las cuestiones sutiles, y víctimas de su arrogante y absurdo pensamiento de ser los únicos habitantes del Sistema Solar, cuando está tan habitado que no cabe ni una mosca más. En realidad si se hace caso a los sabios, solamente un séptimo de la población del sistema, está en encarnación física. Todo esto es necesario para poder entender un poco el cuento, puesto que debemos llegar a intentar explicar algunas cosas que nunca se dicen en las narraciones, volviéndose al final incomprensibles y sin sentido.

Remitiéndonos a los hechos físicos, debemos decir que la sequía pertinaz no terminaba, y el asunto era grave y serio.

 

La diferencia de actitudes originó serios altercados. Pequeños rencores al principio tornaron seguidamente en odio a muerte. Amantes que se separaban, padres e hijos distanciados, amigos enemistados, y por ende el CAOS GENERAL. Fueron en mayor parte las alianas, las que más esclavizadas estaban, tal vez debido a su peculiaridad de tener una mayor sensibilidad hacia lo externo. O tal vez debamos decir que los hombres aparecían más en público y las mujeres se ocultaban en sus hogares y ello les hacía más vulnerables. El rey muy seriamente habló a la reina:

-Estimada reina de Alia, sabes que mi corazón siempre ha sido tuyo, y lo será, pero hay cosas que son mas importantes que eso y debemos intentar restablecer el orden entre nuestro súbditos. Es necesario que abandones esa actitud pasiva y resolvamos el problema de la sequía. ¡Si tú dieses ejemplo! pero te encierras en tu palacio y nadie puede verte. Debes actuar!".

A la reina no le agradaron aquellas sinceras palabras, que aunque lógicas y llenas de sentido común solo tomó de ellas el reproche hacia su persona, y despidió a su amante hasta otro día. Pasó el tiempo y el asunto estaba al borde del colapso. El rey de nuevo y un poco de mala gana fue a ver a la reina, quien había cambiado.

 

- El último día , creo que me obcequé demasiado y ahora veo que tienes toda la razón - dijo la reina -, debemos hablar al pueblo sobre la tragedia que nos cierne, e intentar atajarla. Respecto al perfume es una adormidera y he decidido estar despierta de nuevo"

El rey apenas salía de su asombro, pero sintió gran alegría en su corazón ante la nueva actitud de la reina. Todo iba a cambiar.

 

 

El perfume. La reina Alia rompe la jarrita del perfume.

 

Al día siguiente en el balcón real la reina con un martillo partió en dos la jarrita de barro y el perfume se evaporó. Los congregados aplaudieron alborozados la acción y siguieron el ejemplo. Además se expulsó de los dos reinos a los personajes oscuros que distribuían aquel elemento tan enajenador. Pronto se hizo una expedición compuesta de hombres y mujeres para ir a buscar agua a un lago lejano, y con ella pudieron regar los cultivos que estaban a punto de agostarse.

 

Una cara al borde del camino sonreía ladinamente.

 

Era un ser oscuro. Esperaría pacientemente. Y no tardó mucho tiempo en suceder lo que esperaba aquel ser, y pronto la falta de perfume en el reino exasperaba a muchos y en especial a la reina. Daba vueltas por las habitaciones como un tigre enjaulado. No soportaba nada sin irritarse. Razonaba, se llenaba de buenas intenciones, recurría a los médicos de palacio, pero no había medicina ni antídoto para la sequedad de su piel y de su alma. Ya no se dominaba a sí misma, ni el mínimo exigible para hacer la vida tolerable. Su alma se sentía dividida, esclavizada, a veces se odiaba a si misma y a los demás. Los oscuros le habían metido el veneno en el cuerpo.

 

-!Dios mío! se decía a sí misma, y miraba al cielo. Ella quería pero las cosas iban de mal en peor.

¿Se amaban el rey y la reina a pesar de sus enconadas disputas? Sí. Se querían. El cielo es testigo de que sí, de que se habían amado, de que de jóvenes habían sentido el flechazo. Habían sido felices.No había sido mentira, aunque ahora todo pareciese falso y postizo.

-!Oh Dios! -susurraba el rey abrumado por la tragedia que sacudía ambos reinos.

El rey se encerró en sus aposentos pensando que no había solución. La tensión era extrema.

 

 

 

Un mal día en Crano , comenzó a rumorearse :¡La culpa es de las Alianas, y más de su reina! Y el rumor se convirtió en clamor general, hasta el punto que todas las alianas fuesen o no partidarias del perfume, se vieron obligadas a volver a su ciudad de origen.

 

Cuento: El perfume. Las alianas son obligadas a regresar a Alia.

Los craneneses estaban irritados con la reina, la odiaban, la consideraban con el mal de todo, sin recordar que hacía varios años precisamente un cranense fue el causante de que apareciese el primer recipiente de perfume. Pero eso era historia pasada. Las alianas, las más afectadas por la falta de perfume, estaban sobreexcitadas y nerviosas y terminaron por romper cualquier tipo de relación. La tensión fue aumentada por la mala suerte de las alianas, que se vieron privadas de su ya exigua cosecha debido a una enfermedad de las plantas. El hambre y el odio se aliaron. Fue el momento en el que los oscuros ofrecieron su ejército a Alia.

 

El rey de Crano mientras tanto había conseguido evitar la plaga en sus cosechas y los almacenes se llenaron de víveres. El futuro estaba asegurado. Pero de qué le servía a el eso, si cada vez que oteaba el horizonte, podía percibir el sufrimiento de Alia. Su corazón se había acostumbrado al cariño de la reina, y sufría gran tristeza por la separación. Suponía la situación y envió a unos delegados con varios carros llenos de alimentos para sus vecinos, casi en contra del consejo del reino. Las puertas de Alia no se abrieron. El mismísimo rey fue hasta allí pensando que la reina le escucharía, pero las puertas permanecieron cerradas. El orgullo y el odio de las Alianas era mayor que su hambre. Los oscuros avivaron aquel odio, y la guerra era un hecho inminente.

Excusa: cualquiera: "Los cranenses habían sido los que habían sembrado la plaga en sus cosechas, para hundirlas en la miseria"

 

Justamente la noche que hacía ya 17 años desde la primera delegación, el ejército Aliano atacó Crano, y aunque no consiguieron totalmente su objetivo, si produjeron muchos muertos en los craneses y sembraron el dolor, habiéndose dado el caso de enfrentarse esposas contra esposos. Saquearon los silos para llevar alimento a la gente hambrienta de Alia. La guerra fratricida había comenzado y nadie sabía cuando terminaría. Pronto eran de esperar las represalias de los cranenses, pero a las orgullosas alianas les traía sin cuidado.

 

Cuento: El Perfume. Los señores oscuros promueven la guerra y ayudan a las alianas.

 

 

Aquí exponemos un hecho muy importante, que en circunstancias normales, como cuando la vida se desarrolla tranquilamente, no es destacable, pero en esta leyenda es de vital importancia. El rey y la reina tuvieron un hijo que en esos momentos contaba quince años de edad. Desde muy joven, a los nueve años había sido a estudiar a un pequeño poblado, donde residían los seres luminosos y aislados. Era un sitio donde no había vegetación; solamente el Sol y la Sabiduría cubrían aquella zona desértica, refugio de la virtud por excelencia.

 

Cuando llegó a sus oídos la tragedia en la que estaban envueltos los dos reinos, quedó consternado y se retiró a su cuarto donde permaneció largo tiempo llorando. Al cabo de varios días se presentó al Hermano Mayor y le preguntó qué podía hacer él, teniendo el siguiente diálogo.

 

-"Maestro! ya sabes en qué situación están mis familiares; ¿qué puedo hacer yo?

-Querido discípulo, ya son mayores, y deben asumir las responsabilidades y las consecuencias de sus actos. Ve a tu cuarto y olvídalo.

 

Cranimes, el jovencito obedeció a su estimado maestro y se retiró a su celda, no teniendo apetito y necesitando meditar mucho. Pasados varios días de nuevo fue a conversar.

 

-Maestro! Tienes razón en que son mayores, pero bien sabes, pues tú me lo has enseñado, que los hombres vamos por el mundo como una pequeña barquita en medio del océano, y que son las olas del mismo las que dan un rumbo determinado, sobre todo si se ponen furiosas.

-¿Pero no es Dios el que ha hecho también el océano? -Retírate a tu morada.

El maestro había dejado sellados los labios del discípulo, quien no sabiendo qué contestar se marchó, para volver al cabo de unos días y hablar así:

 

-¡Amado maestro! Dios creó el océano de los sentimientos y las pasiones, pero también creó en nosotros la luz de la inteligencia y la chispa del amor, y ellos son superiores al mismo océano. Ambas cualidades me dicen que debo ayudar a mis padres. Te ruego me indiques la forma.

-Hijo, has meditado correctamente y de ello me alegro en lo más profundo. La respuesta está en el mago Alo; al él debes dirigirte.

Alo vivía en un lugar solitario; en tiempos había conocido la alegría de la familia y la amistad, pero debido a las circunstancias en parte, y a su decisión interna por otro lado, se apartó del mundo externo para trabajar en el mundo interno. El mago recibió a Cranimes.

 

Cuento El Perfume. Alo, el sabio

- Hola... dijo tímidamente el muchacho. No es que fuera tímido, sino que con ese tono de voz expresaba diferencia hacia alguien superior.

 

 

-Jovencito, que deseas?

-He caminado desde muy lejos para pedirte ayuda.

-Cuéntame, dijo Alo.

Cranimes narró los sucesos tal y como los veía, y el gran mago le habló de esta forma:

 

-Querito hijito: lo que deseas es mucho. Debes saber, en primer lugar, que una vez que los humanos son dominados por los oscuros seres, es casi imposible zafarse de ellos. En segundo lugar, yo tengo grandes poderes, pero que se limitan a transferir energía de un lado a otro, y en tercer lugar, ¿crees que tus padres son motivo suficiente para emplear mi tiempo en sus problemas? No quiero decir con ello que tus seres queridos no me preocupen, pero hay grandes males en el universo, en comparación de los cuales tu problema es realmente nimio, y no se puede emplear la energía en algo que no es necesario.

Por otro lado hay acciones de anteriores vidas que tienen sus consecuencias; no solo de ellos , sino de todos sus antepasados. Por ejemplo, la lucha entre los seres oscuros y vosotros es algo muy antiguo, aunque vosotros lo habéis olvidado.

Deberíais hacer más caso a las leyendas antiguas, que os parecen cuentos de hadas y que sin embargo pueden encerrar la clave de situaciones actuales.

Todos debemos afrontar lo que han hecho nuestros mayores. No parece lógico, pues nos preguntamos: ¿qué relación tengo con aquel ser que vivió hace dos mil años?

Pero si entendemos todo como una Unidad, tal como puede ser un árbol, entonces cambia la cosa.

Y nosotros queramos o no somos parte de aquellos seres que nos precedieron hace miles de años. Debido a nuestra corta vida observamos los hechos como fotogramas de una película, aunque tú todavía no entiendes, pero puesto que nuestros mayores pensaron y actuaron, nosotros somos como somos, y de acuerdo a aquello que hagamos estaremos condicionando muy profundamente el futuro de nuestros descendientes. El tema se alargaría en demasía. Creo que me comprendes.

 

 

-¡Oh Justo Alo!, de seguro que tienes razón, pero por encima de la justicia que es pagar el mal hecho, acaso ¿no está la piedad?

Yo siento amor por mis semejantes, y si hace falta, deseo cargar con las consecuencias de anteriores acciones y librar en cierto modo a mis seres queridos.

-Cranimes, es algo muy serio lo que has dicho.

¿Realmente lo deseas? ¿Acaso sabes lo que puede hacer el dolor en una persona?

- Si gran mago. Yo deseo que mi pequeña luz cure a mis padres, no por el dolor físico, sino por sus almas, para que libre vuelen a los aposentos donde reina la felicidad.

-Estás seguro?

-Sí, lo he meditado muchas veces, y así lo deseo. Deseo sufrir a cambio de que no sufran mis padres. El único favor que pido es , que cuando el dolor sea inacabable, la memoria de que mi sufrimiento sirve para algo, no sea borrada.

Que sea consciente en todo momento la causa y origen de mi dolor.

 

 

-También es mucho pedir saber la causa de nuestros males, y pudiera ser que ni ese consuelo te quedase. Aun siendo así ¿estarías dispuesto a soportar la carga de tus seres queridos?

- Aún así.

Alo se quedó pensativo y luego habló.

 

 

-Bien, como he comentado anteriormente, yo solo transfiero el amor y la luz de un lugar a otro, y tú generosamente entregas el que tienes. Esa cantidad es la que utilizaremos. Por otro lado, no solamente es el problema de tus padres sino de dos reinos, lo cual podría considerarse preocupante. Y por último los seres oscuros han tenido muchas oportunidades y no las han aprovechado. Su tiempo está acabando para dar paso al quinto reino de las almas. Son varias razones de peso y que me permiten actuar. Ahora, descansemos

Alo cerró los ojos e invitó a Cranimes a imitarle. Ambos pensaron en lo mismo, ambos sintieron idénticamente, y ambos se reconocieron en antiguas vidas. El tiempo se detuvo y penetraron en el corazón del JOVEN ANCIANO DE LOS DÍAS. A la mañana siguiente, Alo hizo una advertencia a Cranimes:
 

-Debes saber por último, que tus padres no te verán sino hasta tu muerte. Cranimes asintió, y se despidió.

Ni el rey ni la reina sabían de dónde había partido el rumor, pero ambos se enteraron de lo mismo: Su hijo Cranimes había desaparecido, y aquel hecho merecía una tregua para buscarle. Todos los ciudadanos sentían gran simpatía por aquel muchacho, y desearon ayudar en la búsqueda.Tal vez, porque eran menos afines a la rutina de la vida cotidiana, las que más se interesaron en salir de las murallas, fueron las partidarias y los partidarios del perfume. Les atraía la idea de ver nuevos paisajes, y abandonar aquellos lugares, a veces tan odiosos en su vida, que les recordaban a cárceles, aunque éstas eran ellos mismos.

El rey cranense y la reina aliana partieron juntos a preguntar en la pequeña aldea donde habían dejado a su hijo, y lo único que pudieron averiguar fue que el muchacho muy preocupado por las acciones de sus padres y súbditos había partido para buscar un remedio a los aposentos de un Mago.

Arribaron a la mansión de Alo, y les indicó que ciertamente había estado allí para rogarle un antídoto contra el perfume enajenador y que se lo había dado. Ya no sabía nada mas.

Aún pasaron diez días más intentado seguir los pasos del muchacho, hasta por fin darse de momento por vencidos y decidieron regresar al reino para no dejar desatendidas las obligaciones y las situación tan crítica por la que pasaban.

 Caminaron cerca de un lago, y les llamó la atención una especial variedad de flores silvestres cuyo aroma les recordaba el perfume, aunque había una inapreciable diferencia con el mismo, al inhalar su aroma los reyes y quienes les acompañaban sintieron desligarse de antiguos problemas, y cómo volvió a ellos el amor y la tranquilidad perdidos, y les invadió un gran alivio.

La desaparición del muchacho era lo único que empañaba la alegría de los expedicionarios , quienes volvieron con grandes provisiones de flores para aquellos que no habían tenido la suerte de inhalarlas.

A los pocos días los dos reinos estaban totalmente curados de la enfermedad y de nuevo los campos tras las lluvias recientes comenzaron a dar sus frutos.

El rey y la reina delegaron el poder para dedicarse por entero a la búsqueda de su hijo, quien había sido hecho prisionero por los seres oscuros, sabedores de que Cranimes era el causante de su derrota.

Mantenían al muchacho en un calabozo y le rociaban de perfume todas las mañanas hasta que un buen día le retiraron el mismo.

 

Dolores terribles y convulsiones atormentaban a Cranimes, que cuando estaba a punto de perecer era de nuevo rociado e incluso masajeado para de nuevo volver a suprimirle su administración. Era un auténtio martirio, pero no perdió la luz que iluminaba su alma.

Sabía que todo ocurría por decisión y sacrificio propios en bien de los demás.

Cuenta la leyenda que después de treinta años de búsqueda incansable e infructuosa, los reyes encontraron a su hijo tirado junto a un río, a quienes los seres oscuros habían dado por muerto.

Curaron a su hijo entre aromas de las flores del lago, y lentamente Cranimes fué recuperando el conocimiento.

Después de varios días en los que los tres contaron sus experiencias, los reyes, muy ancianos, se tumbaron, se dieron la mano y exhalaron la vida.

Cranimes les enterró, rezó por ellos, y partió a casa de Alo.

 

-Hola... dijo tímidamente Cranimes.

-Jovencito... te estaba esperando, contestó el Mago.

 

Texto e ilustraciones: Quintín García Muñoz

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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