El Valle Rosado

 

 

Piernitas y Rodillitas

 

  Ingrid lucía una hermosa blusa blanca. Estaba adornada por  unos bordados azules y rosas a lo largo de los ojales y de los puños. En el lado izquierdo de la suave camisa, un bolsillito mostraba una hermosa rosa y detrás de ésta un mar azulado con dos delfines saltando sobre el agua.     Más allá del océano, un sol dorado. Era un bordado precioso, de origen muy antiguo.

    -Era para que John viera linda a Ingrid

     Se dice que procedía de otra civilización anterior que vivió en las altas montañas de Los Andes.

    Su pelo corto, sus ojos azules y profundos dejaban entrever un fondo de tristeza antiguo y una alegría comedida porque intuía que aquella dicha de estar en el jardín era relativamente efímera, si bien era preludio de la unificación de sus almas después del corto sueño de la vida en La Tierra.

    Cuando llegó John  penetró  más allá del azul de los ojos de Ingrid y su radiante blusa, hacia el lugar donde está lo verdaderamente valioso ; extendió la mano y cuando la abrió, la joven  encontró en el hueco de la misma dos piedrecitas  azules -verdosas.

   John las introdujo dentro del bolsillo de la linda camisita y sentándose enfrente de su amada, mientras ella tenía los ojos entornados, sus  cuerpos etéreos y refulgentes  se fusionaron.

    Una esfera resplandeciente  se elevó por encima de los altos árboles del jardín y tras unos segundos de armoniosa e ingrávida quietud se abrió como una flor, dentro de la que había  dos niños envueltos en pétalos de rosas.

   Ella se llamaba Piernitas  y él Rodillitas

   La esfera partió hacia las montañas llevándoles por el aire.

     ¡Era tan liviana!

  ¡Eran tan maravillosos los niños!

      Con inmensa ternura, aquella esfera les dejó dormidos en un lindo columpio, lugar donde soñaban con cuentos de héroes y princesas.

      Cuando despertaron, se vieron uno junto al otro, como lo más natural del mundo. Ellos no podían saber entonces lo inmensamente felices que eran, ni  tampoco sospechar, la existencia de las mentes creadoras y amorosas que observaban  cada uno de sus movimientos.

    La primera que despertó fue Piernitas porque un copo de nieve le había rozado la nariz. Antes de despertar a Rodillitas, le abrazó muy  fuertemente, le besó en la mejilla y le susurró al oído

    -Despierta dormilón que hace frío.

     Las rodillas del niño estaban coloraditas y  la niña le tapó y le frotó para que entraran  en calor. Luego le dio besitos le tapó con un pañuelito azul turquesa.

   Cuando despertó el niño, la miró

   -Estas tiritando mi Rodillitas

   -Sí.

   -Vamos,  levanta

   Pero mientras el pequeño se  levantaba del columpio dijo como si ya fuese un hombre

   -¿Quieres volar?

       -Sííí - Gritó la niña

       -Sube-animó Rodillitas cariñosamente a Piernitas.

          -No podrás- dijo con temor la niña

       -Claro que podremos

 

 

 

 

Jardín de Piernitas y Rodillitas. Al fondo, ángel guía y Linnsss

      Y ambos se elevaron sobre los árboles. Linnssss apareció y les invitó a subir. Piernitas se apoyó en la suavidad de aquel plumaje y acariciando con sus  manos y su carita, formuló un deseo.

          - Por favor Linnsss, llévanos a un lugar donde no exista el dolor.

       Linnsss voló por encima  de un inmenso y frondoso bosque. Nevaba intensamente. Remontaron las montañas mientras los blancos copos caían plácida, suavecita y silenciosamente sobre sus cuerpos etéreos.    Rodillitas abrazaba por detrás a piernitas y  ambos se sentían infinitamente  felices. Piernitas no cabía en si de emoción. Rodillitas la abrazó más fuertemente y apoyó la carita en la espalda de la niña. “El abrazo eterno” era armonía pura.

      - Ahora estáis ya en el mundo que vosotros habéis construido y donde no hay dolor.-Dijo una voz.

     La nieve que se posaba en las cabezas de piernitas y rodillitas les alegraba.

     Piernitas  rió pícaramente, preparó una bolita, dio la vuelta y abrazó tiernamente a  Rodillitas. Luego abrió el cuello de su camisa y le dejó caer una bolita por la nuca y la espalda.

        -Ah-Exclamó el niño. Me has ganado. Yo también pensaba hacer lo mismo.

      - ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja!

     Y mientras reía Piernitas Delgadas, el niño le metió una bolita en la boca..

    -Puaff- gritó sorprendida la niña.

 Entonces, Rodillitas se dejó caer de Linnsss y voló a toda velocidad huyendo de Piernitas.

       - Que te pillo. Brrrrrrrrrrrrr.-gritaba la niña mientras le perseguía.

       -No me cogerás- ¡Ja! ¡Ja!

       Rodillitas se dirigió hacia un hermoso cañón que zigzagueaba entre dos imponentes montañas.

      -No me alcanzarás... ¡Ja! ¡Ja!

         -Pero Piernitas sonreía pícaramente.

         -Y en dos segundos cuando el niño todavía estaba riendo, volvió la cara hacia el frente y zas. Se chocó con Piernitas que sin saber cómo ni como no se había puesto delante de él.

         -Ahhhhhhhhhhh.-Se quedó petrificado el niño- ¿Cómo lo has hecho?

      -Juajauajua.-rió estruendosamente Piernitas. Juajuajuajua se escuchó el eco por todo el valle.- ¿Todavía no sabes en qué mundo estamos? –le preguntó la niña.

      -Sí. En el de los sueños.

 

Río

      -Pues eso. Entonces tienes que saber que basta con pensar una cosa para que se cumpla. Tu ibas volando pero yo me he saltado ese paso y me he puesto delante de ti.

      -¡Ah! ¡Aquí todos tus deseos se cumplen!

      -¡Claro!

          Y  Piernitas delgaditas no contenta con haberle con haberle echado nieve por la espalda, todavía le tocó las piernas, justo debajo de donde terminaba el pantalón corto.

       --¡Ahhhhhhhhhh! ¡Qué fríoooooooooooooooooooo!

       -Piernitas hacía mucho que no era tan feliz y rió       juajaujauajauaja.  Luego salió arrancando.

        -Brrrrrrrrrrrrr-gruñó Rodillitas y la persiguió vertiginosamente entre montes blancos , de los que  a veces desprendían  pedazos de nieve al rozarlos con sus veloces  cuerpos. Por fin llegaron a la cubre de una enorme montaña y  se lanzaron en picado hacia una corriente de agua y llegaron a  puente que estaba totalmente nevado. Piernitas desapareció.

     -¡Piernitassssssssssssss! ¿Donde estásssssssss? ¡Pirataaaaaaaaaa!

     -Te las verás conmigo, fresca. Que eres una fresca- continuó gritando el niño   y cuando Rodillitas pasó por debajo de aquel puente, Piernitas cogió otro montón de nieve y se la lanzó encima.

       -Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh-gritó el niño.

      - jijiji- rió la niña y  huyó disparada de nuevo. ¡Ella estaba tan volátil de felicidad!

     Se metió por un cañón y ahora sí que viajaban deprisa. Hasta que por fin la nieve  desapareció ante el colorido brillante de una esplendorosa primavera en el jardín. Entonces Piernitas esperó a que Rodillitas la alcanzase y cuando éste le iba a poner en el cuello la poca nieve que todavía le quedaba en la mano, la niña se volvió ofreciéndole una hermosa  rosa.

    Rodillitas se quedó parado y dejó caer la nieve con la que iba a frotar la cara de Piernitas. Ambos permanecieron suspendidos en el aire y se abrazaron fuertemente. Los pétalos de la rosa envolvieron en mil tonalidades los cuerpos luminosos de los niños que se expandieron inmensamente.  Arreció la caída de puntitos blancos  e inmaculados sobre la luz resplandeciente de sus vehículos etéreos hasta tal punto que no se distinguían sus figuras humanas. Mas bien ahora no tenían forma concreta sino que eran puntos de luz en diferenciada distribución. Eran “no forma” “sin forma” y por lo tanto  casi inmortales.

    Como aire inmaculado viajaron hacia las inmensas montañas abrazándose en ondulaciones armoniosas que se acariciaban con angelical deleite, sintiendo que la brisa y el viento rozaba todo su ser. Una forma blanca, inmensa giraba  en otra forma blanca. En su vuelo trazaron

Figuras geométricas y técnicamente elegantes. Podían sentirse el uno al otro porque comprendían un maravilloso misterio. La luz al friccionar con luz de otro tipo es relativamente sensible. No de la misma forma que un cuerpo físico, sino más sutil, menos grosera y de mucha menor intensidad que los conglomerados de materia puramente física.

Creación mental: Linnsss. La pintora mística añade un importante detalle: un cordón dorado.

     Entre el cielo y el mar, pasadas ya las inmensas moles montañosas, se separaron para posteriormente impactar, entrelazarse y formar millones de estrellas luminosas. Repitiendo la separación y el choque posterior para sentirse vivos en aquel mundo de la mente. En aquel universo de proyecciones mentales.

         Y  juntos retornaron a las montañas, que ahora atravesaron sintiendo en sus vehículos luminosos la aspereza vivificadora de la tierra, las piedras, las raíces. Necesitaban sentirlas, ser uno con los elementos de la Naturaleza. Y continuaron hacia el centro de La Tierra . Se  estiraron y alargaron como hilos de luz que  percibían las altas presiones del centro del Planeta y por fin penetraron en las cuevas de fuego. Vieron  seres gigantescos de fuego, roca y cristal y atravesando aquellos núcleos abstractos de conciencia y sintiendo  una inmensa fuerza y un infinito deseo de sentirse vivos y un agrado sin límites a pesar de no tener forma concreta. Continuaron atravesando minerales líquidos y derretidos así como inmensos ríos de magma. Se sumergían dentro de ellos a enorme velocidad. Nada les podía dañar. No había nada físico que pudiera hacerles daño pues ellos era luz sensible. Atravesaron las grietas de los cristales ya formados y se dejaron de nuevo caer en un inmenso mar de fuego. Tomaron el color de las llamas sintiendo su agradable caricia envolvente. En definitiva sentía la alegría de os elementos de La Naturaleza. Era una alegría producida por el movimiento. Aceleraron su ya vertiginosa velocidad  para salir de La Tierra y fijaron  un punto en el espacio, cualificaron aquel punto como el más grande para ellos donde encontrarían la sabiduría eterna y se lanzaron hacia ese punto. Se transmutaron en llamas, fuego que friccionaba con el color azul del cielo. Aceleraron mucho más hasta llegar a aquel puntito y por fin entraron en él.

La Tierra

           Ingravidez total y de nuevo...

          La luz inmensa se aproxima y Piernitas corre dándole la mano a Rodillitas. La figura se acerca y los niños caen rendidos en la faz de la luz y piernitas le dice :

        Maestro gracias porque jamás me has abandonado, gracias por Rodillitas. Gracias por este día bendito. Gracias por este ángel a mi lado. Gracias por amarme. Ya sabes...cuando estoy tan mal, te digo Padre en tus manos esta mi espíritu, pero por favor no tanto, que duele. Y mandas a John, a Rodillitas y él devuelve mi sonrisa , mi esperanza  y mi voluntad. Protégele por siempre y también a su amada familia. Señor mío, mi regocijo es inmenso.

      Amado Maestro te amo por sobre todas las cosas. Gracias por darme lo mejor. Piernitas tiene los ojos mojados de caudal de lágrimas

         En la  ingravidez de la luz, etéreos, ambos se extienden, flotan y se preguntan en qué mundos y cómo será su futuro; cómo harán lo mejor para evolucionar. Rodillitas siempre desea saber más.

        De nuevo aparecen las montañas azuladas y rosadas. El blanco de la nieve se confunde con el blanco de sus cuerpos. Muy bien  saben que todavía  les falta  por aprender, pero la nieve y es rosada y el silencio reconfortante. Hay un maravilloso valle encajonado y al fondo el cielo se inunda del  rosado del atardecer.

       Saben que al final está su Señor y sin hacer el menor ruido y silenciosos como el más leve aleteo de las más etérea mariposa se difuminan volando hacia Él.  No desean molestarle, solamente aspirar el gozoso  aroma de su Planta . Suaves melodías colman el valle de la nieve y ellos se mecen en agradables vaivenes de un lado al otro del valle. Envueltos en fragancias, olores, canciones y colores luminosos disciernen difuminadamente, al final de aquel maravilloso lugar una figura

  Que apenas se distingue y ellos “los sin forma” penetran por su corazón para salir a un inmenso espacio rosado, blanco y azul claro.

 

Cordillera de Los Andes, en Chile

    Ya ven las blancas montañas de Los Andes, pero todo está teñido de rosa. Navegan cual inmensa nube de luz que llega hasta el jardín de la montaña y descienden tomando la forma de los dos niños.   Rodillitas toma en sus manos agua fresca de la catarata de siete saltos y da de beber a Piernitas Delgadas. Luego, el niño besa la frente de Piernitas y juntos se lanzan por un acantilado para llegar volando sobre praderas verdes y bosques frondosos hasta la casa de Ingrid.

    El hada vuelve su mirada y ve a los dos pequeños cerca de ella, les da un beso y desaparecen en el plano de la mente, esperándoles para otro emocionante viaje.

 

 

 

Ilustraciones:

Maria Eliana Aguilera Hormazabal

Autores:

María Eliana Aguilera Hormazabal

Quintín García Muñoz

 

 

 

 

 

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