Narraciones Fantásticas

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El aprendiz de mago (10)

 

     Únicamente un segundo es el tiempo que duró el  sencillo acto de ver caer una lágrima. El trabajo  diario de Juan consistía en ser creador a través de la visualización, pero para él era como trabajar de una manera abstracta. Tal vez algo parecido a lo que se puede ver en una pantalla de radar. 

    Sin embargo aquel día fue distinto. Caminando bajo los hermosos álamos de la ribera, se vio sorprendido por la aparición en su mente de la caída de una lágrima. Había sido casi tan real como los mismos árboles.

    Aquel instante fue paradójicamente alegre y triste.    Alegre porque, por fin,

después de tantos años apoyado en la fe, un hecho confirmaba que la distancia no importaba.

    Triste, porque también supo con toda certeza que a su “Amadísima Madre”  le había ocurrido algo realmente grave.

 

 

Una lágrima se desliza, evanescente,

hasta el suelo, desde tu frente.

Debo recordar este momento presente

por si un día, tú estás ausente.

 

 

No me importa que mis versos sean paupérrimos,

o que, quien los lea, sonría indiferente.

Lo verdaderamente esencial,

es el poder de recordar.

Lágrima que lejana has caído

y yo, desde aquí te he visto.

Eres una prueba más

de que Todo unido está.

Acostumbramos a decir palabras vanas

que no significan nada.

Y algunos hechos fugaces,

que se escapan de nuestra alma,

permanecen ocultos

sin ser expresados con calma.

Es por ello que canto,

que antaño,

desde un lugar lejano,

vi caer al suelo,

tu amargo llanto.

Dulce Madre,

Amor Eterno

Algún niño,

cuidará tu sueño.

Viajero que ves escaparse

tu vida en un instante,

Si, en un solo segundo,

ves nacer un milagro,

es suficiente,

abrazalo fuertemente.

nunca lo sueltes

pues, cual hilo de Ariadna,

él te llevará hasta tu Alma.

 

 

Texto e ilustraciones de Quintín García Muñoz

 

   

 

 

 

   

 

 

Revista Alcorac

 

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Ingrid y John