(del diario de un aprendiz de mago)
“..Camino entre cerros. Primero respiro profundamente y durante varios minutos me lleno de energía. Visualizo a doña Isabel. Supongo que estará tumbada en una camilla a punto de ser intervenida. Me imagino varios doctores con bata verde a su alrededor. Tomo las manos de doña Isabel y le digo, que esté tranquila, que permaneceré a su lado.
Creo que noto como una especie de plenitud. Es difícil de definir. El hecho de que se pueda contactar mentalmente con otra persona, crea como si fuera un espacio, algo que da la sensación de estar lleno. Ello me indica que el contacto está establecido. Supongo que esa plenitud viene determinada por el intercambio de energía de las esferas etéricas o auras. Por supuesto que no veo nada, sino lo que sale de mi mente. Así que todo es una suposición sin confirmar. Al cabo de tal vez media hora, hay un gran vacío. Es como si hubiese desaparecido la tensión de la cabeza. Lo cual puede significar que estoy menos concentrado o que realmente Doña Isabel se ha dormido profundamente debido a la anestesia. Ahora me sorprende algo extraño. Justo coincidiendo con la desaparición de la tensión imagino al cirujano que se desespera, se vuelve hacia una especie de taquilla de metal y le pega una patada. Es como si se enfadase desesperado y gritase. Definitivamente desaparece esa tensión mental, lo que indica que ahora sí ya se ha perdido el contacto. El sol dorado resplandece sobre los cerros. He hecho todo lo que he podido por estar en contacto.
Autor:Quintín García Muñoz
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