ETÉREA
IV
Scott, Walter era el cuarto de a bordo. Hijo de John , tenaz y humilde científico, y de Ann , escritora, poco conocida, de novelas románticas, quien deseó completar el apellido con el nombre del creador de Ivanhoe y Quintín Durward. Había heredado de sus padres dos dones muy raros de compaginar. De su padre la tenacidad en el estudio, el eterno afán por descubrir los misterios del universo, y grandes dosis de deducción lógica. De su madre Ann, el amor a la vida, una absoluta e inquebrantable fe en la raza humana, y el raro don de videncia.
Como era de esperar, cada una de sus cualidades surgía y resurgía
ésporádicamente. Unas veces mostraba preferencia por el agnosticismo
y otras por la fe en la existencia de algo más allá de lo conocido
hasta la fecha.
Y aunque había sido un tanto mediano en las pruebas físicas de
acceso a la Universidad de Astronáutica de Cabo Cañaveral, sus
dotes de videncia, incluído el campo etérico, le habían
llevado, después de cinco años, a ser el intérprete de
la nave Voyager 14.
Las diferentes nomenclaturas entre las tradiciones esotéricas y los modernos
científicos, inclinó a estos últimos por pensar que cuando
los primeros se referían a plano etérico, podían estar
hablando de una especie de plano donde el plasma era el elemento parecido.
El cuerpo etérico que se desarrolla paralelo al sistema nervioso, tenía
unas propiedades parecidas al plasma. Era el resultado de la fusión de
partículas energéticas y la materia del cuerpo humano en su forma
gaseosa. Fue por ello que, al igual que el plasma se forma debido a la interacción
entre la electrícidad y cierta clase de gas, se determinó que
podían ser términos sinónimos. Si bien es cierto que el
plasma o eter humano, se podría denominar como plasma frío y lento.
En comparacíón con las ingentes cantidades de plasma solar.
El mencionado campo etérico era visible, para cierta clase de humanos,
con el ojo físico. Diferencia fundamental con la visión de campos
más sútiles que la materia atómica, como podían
ser los campos atribuibles al sentimiento y al pensamiento.
Scott había dado sobradas pruebas de sus dotes de intérprete y
con ello se había ganado el respeto de todos aquellos que le conocían.
Era un tanto peculiar y aparentemente excéntrico en algunos aspectos. Era debido a que vivía en dos, tres y hasta cuatro mundos diferentes. Ello le llevaba a parecer ausente en este mundo durante algunos breves o incluso largos periodos de tiempo.
Sus compañeros podían utilizar los visores etéricos, pero eran muy tediosos y preferían permanecer en su propio mundo, y así debía ser. La nave Voyager I, siempre necesitaba su supervisión y mantenimiento.
-Pensábamos que no ibas a despertar Scott-le dijo Duncan con afecto.
-Sí, creo que he dormido más de veinte horas seguidas.
-Exactamente, veintiuna horas y dos minutos-confirmó Kay.
-Ha sido muy reparador.
-Te podemos ofrecer un zumo de naranja...
pero sin gotitas...
añadió Jason sonriendo.
-Casi prefiero un café.
-Yo te lo hago, Scott-se ofreció gentilmente Duncan.
-Te lo agradezco Duncan, creo que todavía tardaré unas horas en despertarme del todo.
-Siempre es un misterio contemplar cómo permaneces veinte horas en la cama-dijo Kay.
-Sí, ya sabéis que soy un poco raro.
-Cuéntanos, Scott. ¿Dónde has estado esta noche?
-Creo que he viajado con los visitantes a Khul.
-Dios.
-Ellos, están casi más allí que aquí.
-¡Qué raro se hace todo esto!
-Aunque nosotros viajamos extraordinariamente rápidos, los desplazamientos de ciertas partes de nuestros cuerpos pueden llegar a velocidades similares a la luz. Con lo que para ellos, es fácil ir y volver a su mundo.
-Entonces... ¿Por qué tenemos que llevarles-se quejó un
poco Duncan?
-Ya sabes. Ellos no podrían atravesar el cinturón de Kuiper.
-Se hace raro.
-Ya. Pero es así.
-Bueno... tendremos que acostumbrarnos a saber que siempre somos observados.
Scott sonrió.
-No me hace gracia-siguió protestando Duncan.
-No debes preocuparte, ellos respetan
tu intimidad. Incluso
tus sueños.
-Gracias-Scott, ya me siento más tranquilo-siguió refunfuñando Duncan, mientras le dejaba el café sobre la mesa.
-¿Cómo ves el tema, Scott? ¿Crees que podremos atravesar el cinturón de Kuiper-preguntó Jason.
-En teoría no debe haber ningún
problema. El Voyager 14 lo atraviesa sin ningún problema. Y después
del cinturón, los flujos etéricos y de rayos cósmiscos
siguen hasta la Tierra.
-Es todo tan extraño. Parece mentira que unos seres invisibles no puedan
atravesarlo.
-No sé. Imagino que es parecido a cuando los humanos nos sumergimos en el agua. Podemos entrar, pero la presión no nos deja sumergirnos hacia el fondo, si no es con vehículos submarinos.
-Ya-dijo Duncan.
-En teoría, la Voyager 14 será capaz de esbilizar la cantidad de partículas etéricas y que sea un ambiente propicio para ellos. Las pruebas han sido satisfactorias, pero nuestro viaje será el primero que las confirme.
-Y... ¿si no funciona correctamente el estabilizador de partículas?-siguió preguntando Duncan.
-Tienen 24 horas, como mucho 36 para regresar a Khul.
-¿Tan poco?
-Bueno, para ellos es mucho. Date cuenta de que en ese tiempo casi podrían cruzar el Sistema Solar.
-Entonces no hay problema-dijo aliviado Duncan.
-En buena lógica no... Pero...nadie sabe las consecuencias reales, porque tal vez el modelo supuesto no coincida con la realidad.
-Esperemos que todo vaya bien-dijo Jason.
-Son unos valientes-añadió Kay.
-Sí, ya lo creo-apostilló Jason.
-Se están jugando la vida-completó Duncan.
-Ahora están los doce observándonos-les indicó Scott.
-Entonces...transmíteles nuestra admiración por su valor-formuló la frase Kay.
Scott, miró hacia el vacío aparente.
Allí estaba el más respetado de los khulianos. Scott, se quedó en silencio unos segundos.
-Gracias-es su respuesta.
Los tres se colocaron los visores etéricos.
Como siempre se asustaron. No era fácil acostumbrarse a doce figuras
enormes de tres metros y medio de altura, aproximadamente.
Uno de ellos se acercó a Duncan, y tocó con la mano el hombro
del guerrero. A Duncan le pareció percibir cierto cosquilleo en la piel.
Todavía tenía un poco de zumo con unas gotitas de whisky. Elevó
el vaso.
-Por la amistad entre Khul y la Tierra-
Autor: Quintín García Muñoz.
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