UN
GORRIÓN EN LA BIBLIOTECA - Lámina número 0
UN
GORRIÓN EN LA BIBLIOTECA
De
Eduardo
García Giménez
Ilustraciones
de Quintín García Muñoz
Prólogo
de Francisco Javier Aguirre
PRÓLOGO
Eduardo García Giménez es un hombre de letras. Pertenece
a la ge-neración que recibió la democracia en la edad
adulta y se empeñó en promocionar un aspecto de la cultura
que había sido mal atendido y poco valorado en la etapa anterior:
la bi-blioteca pública. Durante casi 40 años, a partir
de 1973, estuvo al frente de la biblioteca municipal de Épila
a la que dio vida con su buen hacer y con diferentes iniciativas, entre
las cuales destaca la difusión del juego del ajedrez entre la
gente menuda.
La biblioteca es un foco difusor de la cultura y en ella caben todas
las iniciativas que contribuyan al de-sarrollo intelectual de las personas.
Comenzar en la etapa infantil es asegurar el futuro. La biblioteca es
el modo de conseguir que la enseñanza recibida durante la etapa
es-colar se perpetúe en la edad adulta. Alguien dijo algo tan
atinado como que la educación es el comienzo de la cultura y
la cultura el desarrollo de la educación. Eduardo entendió
eso desde el principio. Su labor al frente de la biblioteca municipal
ha resul-tado impagable, porque desde ella ha propiciado el contacto
de niños y adultos con los libros, tanto los de carácter
divulgativo o histórico como las creaciones literarias que alimen-tan
la imaginación. No se ha limitado a conocer en profundidad las
obras más consistentes y a difundirlas en-tre los usuarios de
toda edad y con-dición, sino que él mismo ha contri-buido
con sus escritos a incrementar el acervo cultural de la villa. Publicados
unos en los programas festivos y otros en diferentes medios periodísticos,
tienen en común la virtud de transmitir un pensamiento claro,
directo, elaborado con sensibilidad, con elegancia y al alcance de todos
los lectores.
Mérito significativo es también su constante referencia
al entorno inmediato, poniendo de relieve los va¬lores de la localidad
y de sus pobla¬dores, incluso cuando estos últimos son seres
tan humildes como los gorriones que engalanan el aire con sus vuelos
y alegran con sus gorjeos los rincones de la Plaza Mayor.
El cuento que aquí presentamos tiene esas virtudes. El autor
merece, por ello, recibir la más cordial en-horabuena.
Francisco
Javier Aguirre
Un
gorrión en la biblioteca. Lámina 1
UN GORRIÓN EN LA BIBLIOTECA
Un veintidós de junio de 2004, sobre las once y treinta de una
calurosa mañana, un jovencísimo gorrión se introdujo
de rondón en la Biblioteca. Desde un balcón próximo
a la ventana, no lo dudó un momento y se lanzó en vuelo
rápido y decidido; evidentemente justo de fuerzas en su primer
vuelo, vino a posarse sobre los libros, libros para niños, puesto
que su aterrizaje fue sobre un estuche de La Ventana Azul.
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gorrión en la biblioteca - lámina 2
Allí,
en la parte superior se nos muestra un dibujo donde aparece una gallina
vestida de gala, flanqueada por dos ocas con vistosos pañuelos
al cuello, junto a una niña de cabellera trenzada que sujeta
con firmeza una paleta de albañilería, acaso sugiriéndoles
un agradable cobertizo que les sirva de cobijo en las frías noches
de invierno. Alzando su vuelo una vistosa mariposa de color azul brillante
contempla la escena y nunca lograremos saber si tan idílico paisaje
campestre atrajo a ‘Atila’, ‘Cleopatra’ o ‘Pizarro’,
nombres con los que fue bautizado, según los oficiantes: Toño,
Clarita y Pedrito.
Un
gorrión en la biblioteca - lámina 3
Para
ellos estaba clarísimo, este intrépido y joven gorrión
dejaría de ser en un futuro cercano un vulgar y anónimo
gorrión de ‘canalera', porque tres ilustres nombres históricos
de renombrada fama, tres, tiene el joven gorrión de la Biblioteca.
Todo transcurría de forma tranquila y sosegada, únicamente
se escuchaba el piar cada vez más inquieto del joven gorrión
llamando a sus padres en demanda de socorro. No era para menos. Todo
un héroe, pretendían hacer del humilde y bisoño
gorrión.No se sabe cuál de los planes de futuro resultaba
más descabellado: Toño, amparándose en un nombre
que inmoviliza de terror, ‘Atila’, pretende que con alguna
arma secreta invada los dominios de los odiados estorninos. Clarita,
nada menos que un plan de seducción de la denominada ‘Cleopatra’
sobre los más apuestos enemigos. Por último Pedrito con
su ‘Pizarro’, parece traer la cordura al proponer que se
lance a la conquista de nuevos territorios.
Todo perfecto si no fuera por un pero, simplemente que su hogar es desde
tiempos inmemoriales la Plaza Mayor.
De pronto, Amparito, que hasta ese momento permanecía callada
consultando un libro de biografías, sin perderse al mismo tiempo
los comentarios y proyectos sobre el supuesto héroe, decide tomar
cartas en el asunto.
–A mí me parece –dice Amparito- que lo más
sensato será poner al joven gorrión un nombre más
apropiado y menos rimbombante; es decir un nombre sencillo: ‘Pituso’
o ‘Pitusa’. A mí me parece que por la incipiente
corbata, semejante al bozo de los adolescentes, que éste de ‘Pitusa’
nada. Así pues, el plan ‘Cleopatra’ (como si los
estorninos fuesen bobos), descartado. Respecto al plan que aprecia viable,
explorar nuevos territorios, equivaldría a una especie de huída.
El arrojo y la valentía de ‘Pituso’ jamás
abandonará los aleros y balcones de su Plaza Mayor. Llegados
a ese punto, Amparito vino a contarnos que sólo los niños
esperan ilusionados el comienzo de las fiestas Patronales.
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gorrión en la biblioteca - lámina 4
También los simpáticos ‘Pitusos’ están
alborozados ante la proximidad de las mismas: no solamente por la pitanza
suculenta que en esos días se les ofrecen: restos de helados,
pasteles y toda suerte de golosinas perdidas por los niños en
el fragor de la salida de la Comparsa.
Y qué decir de la fiesta en si. Desde el primer momento son aleccionados
por sus mayores; los ‘Pitusines’, que pierdan cualquier
temor; en especial la desmedida altura de los Gigantes les sobrecoge.
Y qué espectáculo desde los aleros. Qué de risas
y algazaras.
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¡Bien
por el ‘Verrugón’ y la ‘Forana’! Han
dado los zurriagazos justos, ni uno más, ni uno menos, controlando
a los más descarados. Batir de alas en aprobación de la
actuación del ‘Morico’, ‘El Pirata’ y
la ‘Abuelica’ animando a los más tímidos:
ni una caricia, una carantoña de más, las justas para
animarles a participar en su Fiesta.
Pero el momento estelar, el motivo por el que ellos jamás abandonarán
su Plaza Mayor es debido a ese estado de gracia colectivo que todos
los años se repite en los momentos de espera de la salida de
la Comparsa. Y qué decir de las charangas, cuyos sones, ‘quintas
sinfonías’ y a puro arrullo nos saben.
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gorrión en la biblioteca - lámina 6
Ahora
bien, el momento más solemne se produce cuando, en medio de carreras
y travesuras, nuestros mayores nos advierten: ahora silencio. Escuchad
los tañidos de las campanas, sonidos de bronce y plata, sonidos
de luz y esperanza, pura ‘sonoridad celeste’.
Porque si a nosotros, humildes y sencillos gorriones, nos fue negado
el canto de los jilgueros, el vuelo majestuoso de vencejos y golondrinas,
a cambio se nos concede el privilegio de comprender casi todos los mensajes
que perciben los hombres.
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gorrión en la biblioteca - lámina 7
Por todo ello nosotros jamás abandonaremos los balcones, los
aleros, junto a la risa de los niños en tiempo de Fiestas Patronales,
de nuestra Plaza Mayor.
FIN