CUENTOS INFANTILES Y JUVENILES
EL PODER DE LA MENTE
Esmeralda, de doce años cumplidos, había tenido una infancia feliz. Su padre siempre le había contado cuentos e historias fantásticas, y casi todos los domingos habían devorado palomitas en el cine admirando a Harry Potter, La Guerra de las Galaxias, Matrix , o El Señor de los Anillos . También había viajado a Eurodisney, en París, donde Ana su madre, se había atrevido a subir al tren minero, y a muchas más atracciones. Y no menos interesante fue el viaje a Escocia donde su padre les llevó a contemplar el castillo de la película de "Los Inmortales". Fue una época maravillosa de la que, como suele ocurrir, no se dio cuenta de ello. La expresión más cotidiana era: "Estamos en el año 2000" , intentando dar a entender que, a estas alturas, no podía existir el mal, ni las guerras, ni el hambre, ni el dolor, ni la tiranía, ni la esclavitud, ni ninguna clase de miseria humana, animal, vegetal o ecológica. El mundo era brillante y azul. El mar un sitio de vacaciones, luz, agua y diversión. Videojuegos, internet, chat, ciber-lugares..... Esmeralda vivía en un pequeño sueño. Pero el universo, en cambio contínuo, y unas veces para bien, y otras para mal no tenía en cuenta el pequeño deseo de los seres humanos. Santiago, su padre, un excelente informático, había sido víctima del hundimiento de las empresas '.com' es decir de la aguda crisis desencadenada por la sobrevaloración de internet en un momento determinado. Su padre estaba en el paro. Financieramente no tenían excesivos problemas, puesto que Ana, la madre, también trabajaba. La dureza de la situación tenía como causa el daño psicológico en el que Santiago se vio inmerso. ¡Cuántas veces había deseado descansar del duro esfuerzo delante de la pantalla!, y en este preciso momento ¡Cómo añoraba el trabajo! Cuando la vida va sobre ruedas, creemos que somos dioses. Es esa sensación de seguridad, de que todo lo podemos, de salud rebosante, de deseos satisfechos, y de bromas contínuas en el trabajo o en el colegio. Pero en el instante que las cosas se tuercen, no vemos la luz, ni la vida, ni la alegría, ni la belleza, y perdemos la fe. Y esa era la situación en la que se encontraba el padre de Esmeralda, y por ende, como una carcoma que va minando las traviesas más duras, también su madre y ella. Su padre se había tornado en una persona arisca, ensimismada, acomplejada, muy suspicaz. Cualquier insignificante palabra era una losa que le hundía progresivamente en el abismo de la desesperación. Y comenzó a salir a los bares con amigotes y a beber hasta llegar al punto en el que un hombre deja de serlo para convertirse en animal. Fue de improviso cuando Esmeralda recibió la primera bofetada de toda su vida por parte de su idolatrado padre. Estaba totalmente hundido. Nuestra amiguita lloró amargamente , no por el pequeño daño que le había causado en la mejilla, sino por la enorme herida que se había abierto en su corazón. Aunque en aquel año y medio, la situación no llegó a ser tan trágica como en otros muchos hogares, se podía decir que diariamente los tres vivieron en un pequeño infierno. Cuando estamos mal, hay un momento de oscuridad y de tinieblas densamente pegajosas . En ese preciso momento, en el que el ser humano comprende que ya no puede bajar más, reconoce su lamentable situación y automáticamente comienza a subir a la superficie y a sentirse mejor. Y eso es lo que le ocurrió a Esmeralda.
Con la velocidad de una centella, comprendió que debía hacer algo. Que tantos cuentos como había leido, escuchado o visto no podían ser estupideces. Que tan gran número de películas, en las que siempre predominaba lo mágico, no podían ser invenciones, sino que algo debía de haber de cierto, y tomó la decisión de utilizar la mente para poder ayudar a su padre. Esmeralda era una niña, pero no era obstáculo para que tuviese cierto don: El de imaginar perfectamente y con todo detalle. Justamente, en el centro de la frente, era capaz de ver cualquier objeto en tres dimensiones. Ella pensaba que todas las personas tenían tal facultad, como el sencillo hecho de tener dos piernas, dos brazos o dos ojos. Se puso manos a la obra.
Visualizó una esfera de color trasparente e imaginó que todo el dolor y el sufrimiento de Santiago y Ana se vertían como agua en esa esfera, y sin ella determinarlo así, paulatinamente el delimitado espacio se tornó de color negro. De momento el mal estaba controlado y de allí no podía salir, pero lógicamente debía cambiar aquel tenebroso pozo de enfermedad e imaginó que desde el sol llegaban rayos dadores de vida y que penetraban en la zona oscura. No supo la causa, pero instintivamente absorbió tanto aire como le cabía en los pulmones y con infinito amor lo exhaló suavemente. En aquel preciso instante la esfera se disolvió en forma de florecillas de todos los colores. Esmeralda se sintió bien al terminar aquella serie de pensamientos, y volvió a casa para observar si había ocurrido algo extraordinario.Cuando entró por la puerta, su madre le dió un beso en la frente y le hizo indicaciones de que no hiciese ruido, pues su padre estaba dormido. Ana, su madre, estaba bella y resplandeciente.
La madre sonrió y , acariciando el cabello de Esmeralda, susurró :
Se abrazaron fuertemente ,lloraron, y percibieron como suave brisa que los tres eran uno. Que el universo era uno.Y Esmeralda comprendió que el tesoro más importante que se podía descubrir era esa sensación de Unidad. Nuestra amiga tenía un gran futuro esperándola.
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Texto e ilustraciones: Quintín García Muñoz
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(Una novela de Xavier Penelas, Juan Ramón González Ortiz y Quintín García Muñoz)
LA CLAVE OCULTA DEL NUEVO TESTAMENTO
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