El
abrazo eterno de Alexis y Valia
DEL
CUADRO DE MARIA ELIANA AGUILERA HORMAZÁBAL (Entidades Etéricas)
Hablamos
de un tiempo presente, futuro y pasado que pertenecía a dos seres
angelicales.
Cuando Alexis contempló el esplendor de Valia se acercó
a ella en ondas luminosas y multicolores. Cada haz de luz formó
las figuras etéreas que se condensaban hasta tornarse sólidas
al tacto de la mente. Solamente buscaban la sabiduría eterna.
Y con su mente acariciaron las formas que envolvían su conciencia.
Alexis observó el maravilloso rostro de su amada. Y se sintió
impulsado a verter todo su amor en él. Cada minuto que pasaba
la fricción entre su mano y las facciones de aquel hermoso ángel
solidificaba más la materia, tornándose opaca.
La rapidez del tacto convirtió aquel punto luminoso en algo oscuro
y con profundidad. Y así, su mano entró en un túnel
que apenas tenía luz y por el contrario un fondo infinito. Sus
manos pasaron hasta un lugar más allá del tiempo y del
espacio conocido; a un lugar intemporal.
Inmerso en aquel ritual de energía y movimiento llegó
a otro mundo donde la estrella de cinco puntas invertida brillaba y
un ser oscuro y poderoso reinaba. Sin duda era Morloc.
No tembló Alexis ni se amedrentó al entrar en aquel espacio
de su conciencia. Allí había un inmenso campo de batalla,
y cuando penetró en él, Morloc con una gigantesca espada
intentó dividirle en dos, pero Alexis era luminoso y ningún
mal podía causarle un ser de materia más densa. Era como
intentar cortar el aire con un arma blanca.
Las
partículas luminosas de otro plano llegan a los seres de luz.
Por fin Alexis supo que Morloc era él mismo hacía millones
de años, y en aquel preciso instante el implacable y cruel guerrero
dejó de blandir la espada.
-Lo siento hermano, no te había reconocido-dijo Morloc.
Entonces sucedió algo extraño.
Morloc se disolvió en la luz de Alexis, y éste con su
amada esposa descendieron al campo de batalla, cuyo frente se extendía
en la lejanía de un campo verde.
Valia y Alexis, revestidos de un infinito y resplandeciente color blanco,
caminaron sobre la línea de pelea de ambos bandos. Al lado de
Ella permanecía el ejército de los luminosos y al lado
de Él los oscuros.
Cuando los hijos de la luz vieron a aquellos dos Excelsos seres, les
reconocieron como sus dioses. Idénticamente sucedió cuando
los tenebrosos guerreros descubrieron la cara de Morloc en la de Alexis.
Se observaron unos a otros, y se extrañaron del hecho de tener
los mismos heroes .
Allí por donde pasaban Alexis y Valia, los contendientes cesaban
en la lucha. El capitán de los luminosos preguntó.
- Amada Señora ¿Cómo puede ser que tengamos los
mismos dioses, si nosotros somos Hijos de la Luz y ellos Hijos de
la Oscuridad?
-Es muy sencillo-contestó la hermosa dama- En otro tiempo yo
era Hija de la Luz y él Hijo de la Oscuridad.
-Eso no puede ser, Amada Señora. Ellos matan a los hijos de
la luz.-Replicó el capitán.
-Sí, es cierto. Ellos asesinan sin piedad, porque persiguen
la luz. Odian a quien la tienen y creen que de esa forma la conseguirán.
Es terrible.
-Entonces ¿cómo un Ser tan maravilloso pudo amar a un
ser tan terrible.
-Es el método de Salvación. Los Seres de Luz a veces
sienten una inmensa compasión por los seres que habitan en
la oscuridad. Yo me enamoré de aquel hombre hace millones de
años. Renuncié a mi lugar en los cielos, por amor .
Me desterraron a vagar por la Tierra. Caminé junto a Morloc
por desiertos de piedras volcánicas donde únicamente
se respiraban gases letales y aire enrarecido. Tuvimos hijos, y aquel
ser que en otro tiempo fue cruel y brutal, se tornó en un hombre
maravilloso. Un día mi familia nos aceptó porque comprendieron
que se había pulido una nueva esmeralda en el universo. Luego
abandonamos este planeta físico para reinar en un plano de
materia y conciencia más sutil.
El capitán del ejército de la luz se arrodilló
ante Valia y nada más dijo.
-Debes saber, capitán intrépido, que es uno de los métodos
del universo. Alguna materia sutil en la construcción de los
mundos se condensa y la luz debe afluir a ella para revitalizarla
y ayudarla a regresar al lugar del que un día había
salido. El amor inmenso de los Seres de Compasión vuelve una
y otra vez, para romper la dureza y pesadez. Lo superior siente amor
y compasión por lo que está encerrado y oculto en lo
inferior.
La
luz colma la materia etérica
Así terminó Valia de hablar. Luego miró a Alexis
que saludaba tanto a seres oscuros como luminosos y los dulces ojos
de aquella Señora de esplendor inmarcesible depositaron en el
campo de batalla refulgentes diamantes líquidos. Sentía
tanto amor por Alexis que nunca había dudado de él desde
hacía ya millones de años.
Alexis miró a su amada con infinito amor y gratitud y la abrazó.
En el resplandor producido desaparecieron de aquel plano de conciencia.
Valia, ya en el plano de creación, observó en Alexis divinas
lágrimas de amor. Las ondas de luz de sus formas se transmutaron
en millones de puntos multicolores que se vertieron sobre la esencia
del amor y el abrazo eterno de aquellos seres antiquísimos ubicados
en algun lugar de su conciencia unificada para después distribuirse
por cada uno de los rincones del campo de batalla.
Ilustraciones:
Maria Eliana Aguilera Hormazabal
Autores:
María
Eliana Aguilera Hormazábal
Quintín
García Muñoz