LA GRUTA OSCURA,4/5

 

No había rastro físico del arpón, sólo una sensación de quemazón producida por un fuego inexistente, y lo que era peor el agujero imaginario amenazaba con extenderse a lo largo de toda la pierna.

Pasaron varios días, y como aquella extraña sensación se extendía en ocasiones por casi todo el cuerpo, regresó a la cueva.

 

Tal vez debería proceder de alguna forma más contundente para que el monstruo desapareciese de su vida.

 

Llegó a la gruta.

 

Una forma indefinida parecía rodearle, pero no veía al monstruo. Sólo lo sentía ondulando a su alrededor.

 

Sal si te atreves -le dijo, sin pensar que aquello podía ponerle al borde de una situación irreversible.

 

-¿Qué quieres? escuchó una vocecita desde el fondo de la cueva.

-Quiero que me dejes.

-Si te dejo, me moriré.

-Lo siento, pero no voy a poner en riesgo mi supervivencia porque tú te quieras salvar.

-Me dijeron que me ayudarías.

-Vamos... encima timador y embustero, ¿quien te pudo decir que yo te ayudaría?

-Aquellos que conocen tu corazón.

-Me tomas el pelo... no hay nadie en el mundo que sepa qué hay en mi corazón, ni siquiera yo.

-Son seres con los que a veces sueñas, y de los que no te acuerdas..

Héctor se quedó callado. Los sueños no eran reales, o eso creía...

-Me dijeron que tú me enseñarías a vivir con amor.

¿Eso te aseguraron?

Sí.

-¿Y tú qué piensas? -le preguntó al aire.

-Que es así... sólo que tienes miedo, pero te aseguro que mi veneno únicamente es como el escocozor del alcohol en una herida... y que no tienes que temer.

 

Héctor miró en su interior. Siempre había soñado con ser un héroe, pero ahor que llegaba el momento de la decisión, el valor le abandonaba por momentos.

-Bueno, lo pensaré.

-No hay tiempo -susurró la voz sin cuerpo.

 

Quizás fue una décima de segundo lo que el caminante tardó en sentir compasión.

 

Percibió un nuevo pinchazó, que si bien no había sido objetivamente tan fuerte como el primero, intensificó la quemazón que se extendió en ramificaciones de la red... ¿neuronal?

 

-De acuerdo. Te llevaré al lugar al que quieres ir -respondió Héctor. Aunque en aquel instante pareció hablar con la pared, ya había desaparecido el monstruo de la gruta oscura.

 

 

Texto e ilustraciones de Quintín García Muñoz

 

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