De nuevo en la Luna

 

 


Helena creía que estaba preparada para todo. Sus superiores así lo habían pensado. Estaban seguros de que era la mejor astronauta de todos los tiempos.

Físicamente no aparentaba gran cosa. Su escasa altura, apenas un metro ochenta, había sido un verdadero problema a la hora de incluirla entre sus once compañeros de viaje, que pasaban de los dos metros quince centímetros.

Tal vez te parezca extraño amigo lector, pero resulta que todos los demás tripulantes de la nave Voyager 52 no eran del planeta Tierra.

Provenían del planeta número 42 de nuestro propio sistema solar, encontrado entre los años 2012 y 2024 por las distintas naves no tripuladas Voyager.


Todo empezó en el año 2011 cuando la Voyager 1 envió información sobre la parte externa del Sistema Solar.

La información se refería a ciertas burbujas magnéticas inmensamente grandes, tanto como la distancia entre el Sol y la Tierra.

Al principio nadie supo de qué se trataba, pero alguien sugirió que podían ser planetas etéricos, es decir planetas compuestos por una materia menos densa que nuestra atmósfera.

Su constitución había evadido todas las observaciones efectuadas por los astrónomos, tanto desde el punto de vista óptico como desde las emisiones de energía no visibles.

Al principio se rieron de aquel loco humano que se atrevió a escribir un email a la NASA.

Hasta que por fín el Voyager 14 fue equipado de instrumentos de visión que hasta entonces nunca se habían podido fabricar.

Fue entonces, cuando la sonrisa de los astrofísicos se heló.

No podían creer lo que la Voyager 14 estaba emitiendo a la Tierra.

Las burbujas electromagnéticas eran inmensos planetas, que contenían en su superficie diversas civilizaciones. Todas ellas más avanzadas que la humana. No porque fuesen más inteligentes, sino porque en aquellos mundos la energía no era un problema, pues ellos mismos eran cuerpos que no estaban sujetos tan fuertemente a la ley de la gravedad.

Está claro que sus planetas poseían cierta gravedad, pues rotaban alrededor del Sol, pero sus formas eran más livianas, con menos partículas densas y no se veían tan limitados como nosotros.

A partir del año 2024 todo había cambiado.

Y en el mes de Junio del 2035 la primera de las misiones conjuntas promovidas entre el planeta Khul y el planeta Tierra, había partido hacia la Luna.

En realidad la misión era mucho más importante para los Khulianos que para los terráqueos.

Ellos deseaban adquirir cuerpos físicos como los humanos, y existiendo una gravedad menor que en nuestro planeta, así como distando tan poco del mismo, se albergarían en una base lunar construida al efecto.

Helena ya había estado varios meses en las instalaciones, pero ahora sería el momento de iniciar una estadía más larga conviviendo con los khulianos.



 

Autor: Quintín García Muñoz.

 

 

 

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