ETÉREA

 

 

Burbujas magnéticas encontradas en el año 2011.

Ilustración muy primitiva tomada de un antiguo archivo de internet.

 

 

I

 



Kay, Jason, Walter y Duncan creían estar preparados para todo. Sus superiores así lo habían pensado. Estaban seguros de que eran los mejores y más preparados astronautas de todos los tiempos.


Sus ciento ochenta y cinco centímetros ,aproximadadmente, contrastaban con la altura de sus doce compañeros de viaje, que oscilaba entre los tres metros y los tres metros y medio.

Los doce pasajeros "invisibles" provenían del planeta número 18 de nuestro propio sistema solar, uno de los muchos encontrados entre los años 2020 y 2090 por las distintas naves no tripuladas Voyager.


Todo empezó en el año 2011 cuando la Voyager 1 envió datos sobre la parte externa del Sistema Solar.

La información se refería a ciertas burbujas magnéticas inmensamente grandes, tanto como la distancia entre el Sol y la Tierra.

Al principio nadie supo de qué se trataba, pero alguien sugirió que podían ser planetas etéricos, es decir, planetas compuestos por una materia menos densa que nuestra atmósfera.

Su constitución había evadido todas las observaciones efectuadas por los astrónomos, tanto desde el punto de vista óptico como desde las emisiones de energía no visibles del espectro.

Los científicos de aquellos años se rieron de aquel loco humano que se atrevió a proponer una idea tan peregrina a la opinión pública.

Sin embargo, la NASA no se lo tomó a broma, e incluyó su propuesta en el paquete de ideas sugeridas y que deberían ser estudiarlas seriamente por un centenar de empresas pioneras en sus respectivos sectores.

Gracias a los experimentos e investigaciones llevados casi en secreto, el Voyager 14 , pertrechado de perceptores etéricos, arribó a las burbujas magnéticas que figuraban en los mapas de nuestro sistema solar.

Fue entonces, cuando la sonrisa de los astrofísicos se heló. No podían dar crédito a las imágenes que el Voyager 14 estaba transmitiendo a la Tierra.

Las burbujas electromagnéticas eran inmensos planetas, que contenían en su centro diversas civilizaciones. No parecían ser más avanzadas que la humana. Sin embargo, sí que mantenían entre sí lazos indisolubles debido a su particular constitución.

El Voyager 14 era la sexta expedición humana al planeta Khul. Las anteriores habían conseguido contactar con el que parecía el principal de los cinco planetas que formaban aquel mundo etérico. Los primeros contactos fueron difíciles, pues para ellos, nosotros sólamente éramos zonas oscuras, carentes de luz, salvo un débil contorno luminoso que rodeaba nuestro cuerpo.

Paulatinamente, algunos de sus habitantes se acostumbraron a la presencia de aquellos extraños invasores, hasta que por fin se estableció el primer contacto.

Hay que comprender que los desplazamientos para los khulianos eran instantáneos, libres de toda gravedad, mientras los movimientos de nuestros astronatuas resultaban ser extraordinariamente lentos y tediosos.

Lo mismo se podía decir acerca de la relación entre los cinco planetas etéricos. La separación temporal entre las distintas burbujas magnéticas eran de apenas veinte minutos.

Estos detalles fueron descubiertos con posterioridad, así como la existencia de una red etérica que aislaba a las burbujas magnéticas del resto del Sistema Solar.


Curiosamente, su escasa necesidad de conseguir energía, y la ausencia de roce con la materia, parecía, a primera vista, que les mantenía un tanto aletargados en el desarrollo de inventos extraordinarios.


Sus planetas poseían cierta gravedad, pues rotaban alrededor del Sol, pero sus formas eran más livianas, con menos partículas densas y se veían infinitamente menos limitados que nosotros.

La existencia de la red etérica era una de las causas por la que los cuatro humanos se habían visto obligados a desplazarse hasta el planeta Khul.

Únicamente, un vehículo denso era capaz de atravesar la red de energía.

Y en el mes de Junio del 2095, la primera de las misiones conjuntas promovidas entre el planeta Khul y el planeta Tierra, había partido desde aquel sistema de burbujas magnéticas con destino a la Tierra, si bien, por alguna causa que ni siquiera los tripulantes imaginaban, se detendrían unos meses en la Luna.

Los doce pasajeros anhelaban sentir el viento, el agua, la nieve, el calor, el frío, el aire...

En cambio, para la clase intelectual de Etérea, el intento de contactar con la materia densa era considerado como retrógrado,ignominioso e involutivo.

Aun así ... la misión había conseguido financiación... y se les había otorgado treinta años humanos de plazo. En Etérea , el equivalente a tres años.

 

Autor: Quintín García Muñoz.

 

 

 

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