ZUERA Zuera. En las escuelas. Colegio Odón de Buen.
El ocho de enero de mil novecientos sesenta y dos, según consta en el libro de escolaridad, comencé los estudios en el colegio Odón de Buen, construido gracias al brillante oceanógrafo que nació en Zuera en 1863.
Durante aquel primer año en las Escuelas, enfermé de fiebres tifoideas y tuve que permanecer en casa más de un mes. Hablándolo hoy con mi esposa, que también las tuvo, ambos soñábamos con muchas serpientes, lo que debía ser consecuencia de la enfermedad. Don José, el médico, nos dijo que al final de las fiebres, cuando ya se tenía superada la enfermedad, el intestino se cubría de muchas costras.
Dicho de otra forma, las fiebres debían afectar al sistema digestivo y era lo que provocaba en la mente del enfermo la aparición de serpientes. El cerebro recibía sensaciones de todo el intestino e interpretaba el dolor como serpientes.
Zuera. En clase
Escribíamos con lapicero y también con plumilla. En los pupitres había un tintero y las plumillas más curiosas eran las de pico-pato. Era bonito escribir con tinta, salvo cuando cargábamos excesivamente la plumilla y hacíamos algún borrón.
En ocasiones, don Mariano Corral regalaba alguna estampa a aquellos que respondían a la primera una pregunta difícil.
A menudo nos poníamos de pie ordenados desde el que mejor contestaba las preguntas hasta aquel que siempre fallaba. Uno de los alicientes era la posibilidad de pasar a los diez primeros.
Durante
el verano había clases de repaso. Y un apunte más sobre
las Escuelas: nos llevábamos un vaso de casa y nos distribuían
la famosa leche en polvo americana, que tan graciosamente mencionaba
La Bullonera.
(Una novela de Xavier Penelas, Juan Ramón González Ortiz y Quintín García Muñoz)
NOVEDAD: LA CLAVE OCULTA DEL NUEVO TESTAMENTO (XAVIER PENELAS)
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